lunes, 23 de noviembre de 2015

Ultra Bosques del Sur por Antonio Casado.

Este es el relato de un fin de semana de ilusiones, esfuerzo, dolor y mucha amistad.
Vamos a hacer el Trail de los bosques del Sur,” la corta”. Me resulta paradójico que la primera vez en mi vida que voy a hacer tantos kilómetros (92), sea de los mariquitas que hacen “la corta”
El viernes quedamos para irnos a dormir a Cazorla Txomin, Hugo, Ximo y yo. Pepe y Antonio prefieren dormir en sus casicas a la vera de la parienta.
Llevamos el coche de Hugo petao de material, barritas, zapatillas y hasta el fagot de Ximo, que tiene un concierto la semana próxima y aprovechará para ensayar, si tiene tiempo. Por el camino hablamos de la táctica a seguir en la carrera, de los geles, las sales y demás aportes calóricos.



Hugo, ayudado por sus alumnos, nos ha preparado un mini cuadernillo con el perfil y los kilómetros de cada uno de los 6 tramos en que han dividido la carrera. Es un detallazo, aunque luego no será necesario porque en el dorsal llevamos impreso el perfil y los kms de la prueba.

Yo me he pillado un resfriado de cojones y no paro de estornudar y moquear. Mal rollo para mañana.
Al llegar a Cazorla nos está esperando la señora que nos alquila la casa, muy amable, nos enseña las instalaciones, nos pregunta sobre la carrera, el tiempo que pensamos hacer y finalmente nos intenta vender aceite ecológico, el mejor de todos, nada parecido a lo que hayamos probado antes. ….Lo importante es que nos deja una botella para que lo probemos y nos hace el apaño para cocinar y echarle a las tostadas.

Una vez instalados vamos a recoger los dorsales, a que nos revisen el material y a enterarnos de donde se sale, ya que han cambiado la zona de salida a última hora. Este será el primero de muchos desbarajustes organizativos.


Con nuestra bolsa del corredor en la mano nos volvemos para la casa donde Hugo y Ximo nos preparan nuestra particular fiesta de la pasta, cocinando unos macarrones buenísimos que maridan con un vino tinto estupendo. Después, para amenizar la noche, Ximo nos deleita con su Fagot.



Hacemos las reparticiones de las camas y a mí, que cada vez moqueo y estornudo más, me dejan dormir solo en la habitación con la cama grande, así no contagio a nadie. No hay mal que por bien no venga. El pobre Ximo se sacrifica por el buen descanso de los corredores y se queda a dormir en el sofá del salón.  Antes de irnos a la cama mis virus han contagiado, o al menos sugestionado, a Hugo y a Txomin y cuando me ven tomarme una Couldina, deciden también tomarse una ellos por si las moscas.

Yo duermo de escándalo y al día siguiente me levanto con mucho ánimo y listo para tomarme un buen desayuno. Poco después se levantan los demás, también en buen estado, y mientras nos preparamos, nos apañamos estupendamente con los turnos del baño y así soltamos tranquilamente todo el lastre posible.



Sobre las 7:30 estamos listos y nos vamos para la salida. Allí nos encontramos con Antonio y Pepe y todos juntos entramos en el corralito. Todo son caras sonrientes y buenos propósitos. Ximo nos anima desde fuera. También para él empieza su particular carrera para cuidarnos a lo largo de todo el día.

 


A las 8.00 en punto dan la salida y entre aplausos y gritos de ánimo emprendemos la marcha. Es la primera vez que participo en un UltraTrail y lo primero que me sorprende es que al poco de empezar ya hay gente andando, algunos con una complexión un tanto gruesa para correr por el monte.

Cada uno cogemos nuestro ritmo y ya antes de salir de Cazorla nos separamos. Hugo va delante, luego voy yo y más atrás Antonio, Pepe y Domingo, que van en grupo. Para calentar las piernas la organización nos ha preparado una subida de 1.000 metros de desnivel en los primeros 7 km. A mí me molan estas subidas y voy trotando todo el rato a un ritmillo tranquilo pero que me permite ir adelantando a mucha gente, incluso a Hugo, que lo pillo antes de llegar al collado del Gilillo.


Arriba del todo hay unas vistas estupendas y como el día está despejado se puede disfrutar de un paisaje alucinante. Pero en cuanto empieza el descenso se acaban las contemplaciones y hay que poner toda la atención en las piedras de la vereda para no tropezar e irse de boca.
Con buenas sensaciones llego al primer avituallamiento en el Parador, Km 16. Poco antes me encuentro a Ximo que ya está en su puesto para dar aliento a los cumbreros.



En este avituallamiento relleno agua , pillo un trozo de platano y continuo corriendo, pero ahora por pistas. En este terreno se hace más monótono correr y hay algunos corredores que me pasan, pero cuando la pendiente se vuelve cuesta arriba, se ponen a andar y los adelanto nuevamente. Después voy todo el rato en solitario, echando de menos alguna fémina que me alegre el camino con sus andares.

Pero la suerte no está de mi parte y a quien me encuentro es a Juan Imbernón que va un poco tocado, así que lo animo y continuamos juntos, pasando el segundo avituallamiento ,Km.33, donde me tomo un gel de los que hemos comprado para la ocasión. Está superdulce y no es muy agradable al paladar, además el agua del avituallamiento está un tanto calentorra. Aquí me dicen los chavales de la organización que voy el tercero, dato que no me hace mucha gracia conocer, ya que me mete presión y a mí eso, con tantos kilómetros por delante no me mola.

Continuamos devorando kilómetros de pista ascendente y en el km.42 llegamos al punto donde los mierdecillas de “la corta” se separan del recorrido de la Ultra y toman una pista descendente que nos llevará a la ruta del río Borosa. Aquí me separo de Juan y deseándonos suerte tiramos cada uno por su lado. He de decir sin miedo a equivocarme que este tramo que difiere de la Ultra es uno de los más bonitos del recorrido.

Comienza un largo descenso en el que inexplicablemente voy cada vez peor. Parece que las fuerzas me van abandonando poco a poco y un calor sofocante invade todo mi cuerpo. Paso por el tercer avituallamiento que está junto a la laguna de Valdeazores Km.47 , el agua calentorra y con sabor a plástico no calma ni mi sed ni mi ardor, tampoco me apetece nada de comer.
Uno de los chavales me anima y me confirma que voy el tercero. Yo le digo que no debería ir en este puesto, ya que es la primera vez que corro una carrera tan larga y que quizás no tarden en darme alcance.
Cuando sigo corriendo oigo a un miembro de protección civil que está en el avituallamiento decirle a los otros “no le queda ná que pasar a éste”. Aun no me lo imaginaba ni yo.

Paso junto al salto de los órganos, en un tramo donde hay que ponerse el frontal para atravesar unos túneles. Aquí comienzo a encontrar muchos senderistas que vienen a pasear por esta ruta. He de decir que todos animaban y cedían el paso respetuosamente. Poco después, mientras desciendo por una senda muy trillada por el paso de la gente, escucho detrás de mí unas voces de ánimo. Miro para atrás y veo a Hugo que viene bajando muy rápido saltando sobre sus bastones. El tio viene eufórico y con muy buen aspecto. Me alegra mucho verlo pero pronto me doy cuenta de que no puedo seguir su ritmo. Me anima, me espera, me dice que coma algo pero voy de bajón total.
Junto a una pequeña central eléctrica hay una fuente con un impresionante chorro de agua fría. Allí me paro, bebo y me refresco un poco, pero finalmente le digo a Hugo que continúe a su ritmo que yo no puedo seguirle. Nos despedimos y le veo alejarse a buen paso ayudado por sus robustos bastones.
A partir de aquí comienzo una lenta agonía física y mental. Intento fijarme en el paisaje, respirar el aire puro de la montaña pero cada vez voy más flojo y acalorado.

Al pasar por la cerrada de Elías, que es un tramo muy bonito donde se va junto al río pasando por unas pasarelas de madera, aprovecho que hay mucha gente paseando y comienzo a andar en algunos tramos. Hay grupos de personas que están metidas en el río mojándose las piernas y mi mente me dice que qué cojones hago yo aquí corriendo tanto y con la boca seca, cuando lo que me apetecería realmente es pararme y contemplar el paisaje junto al frescor del agua. Pero no me dejo convencer fácilmente por mis pensamientos y continúo corriendo.
A pesar de mi estado de embotamiento y mareo, no puedo dejar de fijarme en la cantidad y calidad de las senderistas que pasean por estos parajes con sus mallas y pantaloncitos cortos bien apretados. Este dato luego lo contrasté con el resto de los cumbreros que pasaron después que yo, y todos coincidimos en las mismas alabanzas.
Después de este tramo tan bonito, continúan unos kilómetros de pista polvorienta que discurre junto al río a pleno sol del mediodía. Quedan pocos kilómetros para el avituallamiento pero me resulta una tortura seguir corriendo.
Me paro, veo que me cuesta respirar y me doy cuenta que tengo fiebre. El río está a escasos metros atrayéndome con su promesa de un abrazo fresco, así que no me lo pienso más. Me bajo hasta la orilla, me desnudo completamente y me sumerjo en una pequeña poza de agua, estirándome con los puños al frente como si fuera superman, mientras dejo que la corriente me pase por encima y se lleve todo el calor de mi cuerpo. Paso varios minutos dentro del agua y parece que mis ideas también se van aclarando.
Disfruto después de estar un rato sentado junto al río y poco a poco me voy vistiendo. Me digo a mi mismo que voy a escuchar a mi cuerpo y a continuar sólo si me apetece, no me importa el puesto en el que llegue. Y con esa determinación continúo trotando hasta la Torre del Vinagre , donde está el 4º avituallamiento Km 60 de carrera.





Cien metros antes de llegar veo a Ximo que viene hacia mí. Al verme tan hecho polvo le cambia el gesto y comienza a cuidarme como sólo una buena madre lo haría.
Me informa de que ahora voy el quinto y de cómo van los demás, mientras, me acompaña hasta las sillas que hay para sentarse. Me ofrece de todo lo que hay, de todo lo que tiene en el coche, me escucha, me aconseja, al rato me vuelve a ofrecer, hace que los sanitarios que hay allí me miren la temperatura.
Pero a pesar de todos los manjares que ofrecen en el avituallamiento solo pruebo un trago de cocacola, un poco de tomate que ha comprado Ximo y una Couldina , menudo banquete!!
Veo corredores que llegan comen y se van, mientras, yo me cambio de ropa y zapatillas pero tengo serias dudas de poder continuar y sólo al final me decido por dos únicas razones:
La primera es que me invade un sentimiento de exaltación de amistad hacia mis compañeros cumbreros que también lo están dando todo, pero sobre todo hacia Ximo. Aunque ya nos conocíamos, no podía ni imaginar lo buena persona que es y verle ahí volcado conmigo, como luego lo haría con los demás, hace que me decida a continuar.
Y la segunda razón es porque ahora viene un tramo duro de subida en el que puedo ir andando tranquilamente y contemplando el paisaje. Si hubiera tenido más kilómetros de pista polvorienta creo que no lo hubiera conseguido.

Así que comienzo a subir con mucha calma. Poco después noto como empiezo a sudar por el bigote, por la nuca , por la frente y cómo mi fiebre va bajando. A esto, además de la couldina que me he tomado, ayuda también el viento que comienza a soplar anunciando la tormenta que se nos venía encima.
Cada vez me encuentro mejor y varios kilómetros más arriba cojo a un corredor que va por delante y continuamos juntos. Poco después la tormenta nos coge a nosotros y comienza a desatarse el cielo sobre nuestras cabezas.
Rayos, truenos, agua y finalmente granizos del tamaño de garbanzos, que hacen que nos tengamos que refugiar debajo de un árbol hasta que amaine un poco el temporal. En esta situación eché mucho de menos no tener la mata de pelo de Nacho, Tendencias, que hubiera protegido mi cabeza de la furia del pedrisco.
En esta parada bajo el árbol me entra un poco de hambre, buena señal, y consigo comerme los sanwiches que llevo en la mochila, aunque están hechos una papilla debido a la lluvia.
Cuando cesa la tormenta, Manolo, el nuevo compañero de fatigas con el que correría el resto de la carrera, y yo continuamos trotando y andando hasta llegar al siguiente avituallamiento en el Puerto de las Palomas km.76. Creo recordar que llegamos a las 18:00 horas.
Aún recuerdo la cara de alegría de Ximo al verme llegar y el sentimiento de gratitud que yo sentía al verlo tan contento.
Le pregunto por los demás y me dice que Hugo va muy bien, que los otros se han separado y cada uno va a su ritmo, primero Pepe, luego Antonio y finalmente Txomin.
Esto va bien!!!!Ya nos imagino a todos juntos tomando cervezas en los bares de Cazorla. Pero no sería tan fácil como yo pensaba…
En este avituallamiento veo a varios corredores de los que llevábamos por delante que no van muy bien, de hecho alguno de ellos se queda aquí. Nosotros continuamos camino de la meta por una zona de sendas con bastantes tramos en mal estado. Aunque vamos cansados, el subidón de sabernos tan cerca del final hace que nos olvidemos de todo lo demás.
Ilusos!!!! El destino nos tenía reservado alguna sorpresa…
Vamos siguiendo las balizas pero de repente se acaban en mitad de un pinar. Miramos arriba, abajo, reconocemos los alrededores, pero no damos con el camino correcto.
Algún hijo de … la sierra de Cazorla, ha quitado un montón de balizas del camino correcto y las ha colocado siguiendo una dirección errónea.
En el dorsal tenemos impresos tres números de teléfono de la organización para llamar en caso de necesidad. Llamo al primero y me responde un tío que dice que está harto de llamadas, que la organización se ha equivocado y ha puesto su número por error. Después llamo a los otros dos y están apagados o fuera de cobertura.
En estos momentos la posibilidad de abandonar y mandarlo todo a la mierda pasa por mi cabeza, pero solo fugazmente. No he llegado hasta aquí para abandonar a 10 km de la meta.
Le digo a mi compi que ya no doy mas vueltas buscando el recorrido, como abajo se ve la carretera que va a Cazorla, voy a bajar hasta ahí y continuar por asfalto hasta el pueblo de La Iruela, desde ahí subiré a la ermita y retomaré el recorrido original. Él decide seguirme. Así que bajamos 2 km. de carril hasta la carretera y desde ahí continuamos corriendo.
Al rato vemos llegar a dos motos de cross de la organización. Mi primer pensamiento es que nos van a descalificar pero, todo lo contrario, se preocupan por nosotros, nos informan de que se han perdido algunos corredores más y nos piden disculpas por el incidente.
Al enterarse de nuestras intenciones se ofrecen a llevarnos en moto hasta la Iruela pero voy con el ardor guerrero subido y les digo que no hace falta , que seguiremos corriendo hasta cumplir la misión. Esto no le hace mucha gracia a mi compañero de penalidades pero finalmente seguimos los dos corriendo mientras les vemos alejarse.
La Iruela resulta estar más lejos de lo que pensábamos y tras correr unos 20 minutos por el arcen, comenzamos a lamentarnos de no habernos subido en las motos. Pero de repente, como respuesta a nuestras súplicas, vuelven a aparecer los moteros y llegan hasta nosotros. Nos dicen que la organización les ha ordenado que nos lleven hasta la ermita de la Iruela. De puta madre!!!! Esta vez no hay ardor guerrero que valga y nos montamos uno en cada moto. Los tíos nos llevan a toda ostia haciendo unas tumbadas al mejor estilo moto Gp y en 5 minutos nos dejan en el lugar donde volvemos a retomar la senda balizada.
Después del paseo motorizado no puedo ni andar, ya que las motos no tenían donde apoyar los pies e iba con las piernas encogidas para no rozar en el asfalto.
Por fin en el buen camino, continuamos trotando.
Al poco rato podemos ver el pueblo de Cazorla a nuestros pies, oímos la música de meta y al speaker hablando. Esto ya está hechoooo!!!! . Y Una mierda!!!!
La senda comienza a alejarse del pueblo y a subir hasta que dejamos de ver las casas y solo oímos nuestras pisadas. Era una última vuelta de tuerca, pero ya vamos como autómatas corriendo lo que haga falta hasta que finalmente llegamos al cauce del río por el que habíamos pasado esta mañana y comenzamos a descender hasta que entramos en el pueblo.
Allí nos encontramos con otra cagada de la organización pues no está muy bien señalizado por donde hay que entrar a meta. Seguimos el recorrido que nos dijeron en la charla de ayer, pero es un rodeo tonto que ya prácticamente nadie hizo.
Sobre las 20:15 llegamos por fín a la meta.


Es ahora cuando te relajas, sonríes, salen las emociones, repartes abrazos a todo el que se acerca,…
La vin que pechá de correr. Ya no vuelvo a participar en otra ultra, al menos eso es lo que pensaba en esos momentos.
Allí estaba Ximo, sin cuya ayuda no lo hubiera conseguido. Nos abrazamos y me dice que Hugo ha llegado tercero pero que le han descalificado porque al perderse se montó en un coche de la Guardia Civil y lo trajeron hasta Cazorla.
Una gran injusticia que ya se encargaría nuestra madre Ximo de solucionar, pues después de hablar con los miembros de la organización y de remover cielo y tierra , Hugo se llevo su reconocimiento y su trofeo.
Luego llegó Pepe con mucho poderío, hizo un carrerón de menos a más.
Después Antonio, cansado pero contento y con todos sus encantos masculinos por las nubes, ya que mientras iba hacia su hotel para darse una merecida ducha, fue asaltado por tres mujeres Cazorleñas de muy buen ver, para que se hiciera una foto con ellas.
Para ver llegar a Txomin tuvimos que esperar un poco más mientras nos tomábamos unas cuantas cervezas, ya que le pilló la noche por unos tramos bastante complicados para correr, pero el tío llegó a meta con su sonrisa puesta.


Así que finalmente pudimos estar todos reunidos frente a unas cervezas fresquitas, que era lo que realmente habíamos ido a buscar. Juntos nos estamos haciendo buenos deportistas pero también muy buenos amigos y eso ya lleva el trofeo incluido.