jueves, 2 de octubre de 2014

La inútil peregrinación

Estimados compañeros de club, esto no es la crónica de ninguna prueba deportiva ni de una planificación de desafíos traileros futuros. Es una terapia de desahogo. Y una denuncia.

    Como sabéis, llevo varios meses sin levantar cabeza con una lesión, por llamarla de algún modo. La molestia se convirtió en dolor y el fastidio en una pesadilla. Una pesadilla que incluso me ha producido ansiedad. No os voy a contar qué siente un corredor cuando no puede correr, ¿no? Dicha ansiedad no ha sido producida por la imposibilidad de practicar mi pasión, aunque también. Esa sensación de ahogo, de desamparo, de incomprensión viene motivada por la ineptitud y falta de profesionalidad del colegio de traumatólogos de Granada. Supongo que no hago bien generalizando, pero os aseguro que el número de facultativos visitados ha sido suficientemente amplio como para poder afirmarlo así.

      No estoy culpando a nadie, pero sí afirmando que si hoy (hoy, literalmente) he conseguido llegar a un diagnóstico fiable de mi dolencia ha sido exclusivamente por mi perseverancia y tozudez. Sé lo que tengo porque no he parado de leer, investigar, preguntar, comentar… en foros y artículos de medicina y fisioterapia. No me estoy echando flores, en absoluto. Lo que me irrita es que si yo he sido capaz de abarcar un abanico de posibilidades de lo que me pudiera estar sucediendo, ¿por qué unos supuestos profesionales ni siquiera lo han valorado?.

    Hablemos claro, señores. Una visita al traumatólogo implica 15 minutos, minutillo arriba, minutillo abajo. En esos 15 minutos debes contar tu sintomatología, tus sensaciones…. Craso error si manifiestas que eres corredor. Tendrás que dejar de correr. Si te duele la planta del pie, tienes fascitis. Si te duele la zona de los metatarsos, tienes una metatarsalgia, además tienes un dedo rígido y eso ya no tiene solución. Operarse tiene un índice bajo de éxito. Si consigues las pruebas de RNM y resulta que tienes una hernia en la L5 S1, como es mi caso, tío, ¿qué esperas? El ciático te provoca ese dolor.
Si al contarle al enésimo médico que todo lo anterior no funciona, que no mejoras, que vas peor, que te estás preocupando, que el color de tu pie y las sensaciones no son normales, que no puedes caminar 5 minutos….  ¡vete a la piscina! Parece ser que las piscinas públicas contienen algún remedio milagroso en el agua que desconocía.

      Voy a dejar la ironía para ponerme bien serio. No voy a dramatizar, pero resulta que tras barajar varias posibilidades en Internet, alguna bombilla se me debió de encender en mi interior porque me lancé al de cabecera, le eché cuento ( qué demonios, la verdad) y le dije que no podía andar. “Tiene usted una fascitis plantar”. “–Ya doctor, ¿pero cree usted que podría ser un tema vascular? “–“No, nada que ver”. –“Ya, doctor, ¿pero supone usted que podría ser un tema neurológico?”. “No, para nada, la prueba del nervio es negativa. Una ECO del pie y el gemelo y verá que tiene una inflamación en algún sitio”.

      Me hice la ECO. Tengo lo que me sospechaba. La arteria poplítea está atrapada entre el gastrocnemio, vamos, los gemelos. ¿Os suenan palabras como estasis, trombosis, aneurismas…? Eso es lo que puede suceder si jugueteas con esto. Caminas y sientes unos calambres tan fuertes que parece que pierdes la pierna, no sientes el pie y se pone blanco y rígido. Te pasas el día con hormigueo y parece que te ha dado una descarga eléctrica en toda la pierna. Lógico, la sangre no fluye, luego los músculos se colapsan.
      Muchos cientos de euros en fisioterapeutas, osteópatas, podólogos, plantillas… y lo peor, la impotencia, la indefensión de estar en manos de estos supuestos profesionales.

Ahora me pondré en manos de un angiólogo a ver qué me dice, pero parece que la cirugía no me la quita ni dios.
    Compañeros, cuando tengáis molestias, pensad dos veces a quién vais a visitar y qué grado de credibilidad le dais.

Que disfrutéis vuestras rutas y nuestras preciosas montañas.  Yo… volveré cuanto antes.

Un abrazo a todos.